viernes, 1 de abril de 2011

¿Y qué está haciendo Dios?

¿Usted se imagina a Dios? contésteme como va, agárrela al vuelo, no le piense demasiado, no ponga ojos de huevo cocido, no se ría, ni lance un suspiro como si eso le diera un pelo de sabiduría. No es pregunta de exámen. Es nomás una pregunta: ¿Cómo se imagina Usted a Dios?
Einstein resumió en una frase su explicación a lo inexplicable: Dios no juega a los dados. Entonces yo preguntaría..¿Qué se la pasa haciendo Dios?
No. Tampoco se me encrespe Usted. No soy un hereje. No debe ser pecado ni delito preguntar. No estoy insinuando nada ni tratando de encajar la duda en las grietas de su ignorancia. No señor. Esto es meramente especulativo, dado que no contamos ni Usted, mi único lector, ni yo, con evidencia fehaciente de las labores cotidianas de nuestra fuerza creadora. Este hecho en sí mismo da pie ya a suposiciones de todos los colores: unos se imaginan a Dios de túnica y barba blanca a tamaño natural repartiendo perdones a diestra y siniestra. Otros tantos ven en el tsunami a Dios, en la reverberación del episodio de Sodoma y Gomorra, castigando a cuanto dubitativo y falto de fé se encuentre por ahi, principalmente en los archipielagos orientales y en las fallas tectónicas mas reconocidas. Otros habrá que imaginan a un Dios agobiado leyendo cartas, pensamientos e intenciones, y tratando de satisfacer a todo el mundo, como si de político en precampaña se tratara. Y unos ultimos quiza imaginan a un dios lejano, en un hermoso jardin del Edén , con tina de hidromasaje y arboles de frutas exóticas, incluido el árbol del bien y del mal, de cuyo fruto tan sabrosas tartas se pueden hacer. Pero amigo lector, ni usted ni yo, ni zutanito ni perenganito, tenemos la razón de nuestro lado, porque nada de nuestras psicodélicas suposiciones podemos probar. Solo suponemos que suponemos.
Pues bien, amiguito, dado que cada quien trae, por lo visto, dentro de sí su cielo y su infierno, le invito a que tenga una imagen de Dios de la mejor de las maneras, o de la forma en que a Usted le deje más satisfecho. Mientras Dios, el de verdad, no el de cada uno sino el de a deveras, sonríe al ver en que tan diversas formas le hemos imaginado, y se manifiesta posiblemente ante nosotros en algun momento de nuestras vidas, en una forma tan sencilla que jamás le reconoceríamos ni aunque nos diera un sopapo y nos gritara en la cara su identidad, vestido de jeans y playerita, disfrazado de roca o nube, y por supuesto, divertido (con sana diversión quiero pensar) de que no le hayamos reconocido porque nuestro desarrollado sentido de la vista nos haya por fin, atrofiado el cerebro. 
Tenga buena tarde, deje de leer estas tonterías y ya váyase a comer.

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