jueves, 25 de agosto de 2011

Érase que se era.

Érase que se era... Un extraterrestre venido a menos, sin superpoderes y sin patria, sin guerra ni conquistas, sin mayor virtud que la posesión de un hermoso Rubí, hijo del Sol y la Luna, nacido en las orillas del Río Nilo. Y que al final también perdió. Érase que se era Un ángel que no vino de donde venía, que ni culpa tenía, y que a todos redimió. Que con su mirada dulce al demonio conmovió, que logró alzar al vencido, y que al nunca irse jamás volvió. Éranse tus ojos, que llegaron a mirar tan fijamente sus propios miedos, que al cabo huyeron despavoridos, sin remedio, sin motivos, sin la niebla que se esfumó.
Érase una historia anticipada: que el que mal empieza mal acaba, que lo que la historia calla es que mucho de lo que empieza bien también acaba mal. Érase la repetición de las repeticiones de la misma y la misma historia, érase este mundo saturado de almas o reciclador de ellas. ¿En verdad la historia es irrepetible? ¿En verdad somos diferentes a los de antes?
Érase tus ojos sin expresión, tu labio sin emoción, érase el otoño de tu rostro y el invierno posterior. Érase la historia del pilar de todo, del sostén de la ideología, del respetado Patriarca de la estirpe, del principio rector, del fin de todo.
Érase al fin: que cuando al fin llegué al otro lado del espejo, al fondo del abismo, al borde del universo, la verdad de las verdades No existió. Que todos los días aprendí lo que ya sabía, que conocí al que ya me conocía y que tenía al alcance todo...y lo perdí.
Érase la soledad, pero no aquella que ahoga y que acaba, érase la soledad sola, sin tristezas ni reflexión, ¿Cómo puede suceder que la soledad sin alimento muera al fin? Que nunca la piedra filosofal existió, que la verdad es relativa, temporal, y tiene dueño. Que se puede cambiar.

El puntalito

"Ando mal del apetito
es muy poco lo que como,
me sobo bastante el lomo
pues mi trabajo es durito.

De Veracruz yo solito
salí el otro día temprano,
siete plátanos manzanos
me comí en boca del río
y pa' no sentir el frío
un toro de chabacano!

Me bajé en Paso del Toro
a echarme una botanita:
medio kilo de carnitas
que casi vale un tesoro,
para salir del azoro
de masa pedí un tamal,
café con leche, un sidral,
plátanos con mantequilla,
medio kilo de tortillas,
y huevo frito natural.

Un jugo de piña helado
me reventé en La Laguna
y ya sin pena ninguna
me enfile rumbo a Alvarado,
ya llevaba yo pensado
hacer una alto en Salinas
a tomar “jobocilina”
antes que otra cosa hacer
y allí me logré comer
la mitad de una gallina.

Yo llevaba de botana
la pierna de un armadillo,
me bajé en Arbolillo
a echarme una campechana.
No me quedé con las ganas
de un torito de limón,
por aquelo de la buena digestión
y comí con precauciones
ocho docenas de ostiones
y un kilo de camarón.

Llegué a Paso Nacional
con más hambre que un coyote,
me bajé del carro al trote
y me comí otro tamal.
Con atención especial
me hicieron una sangría,
la tomé con alegría
y luego con mucho afán,
avancé hasta Chocotán
y me comí una sandia.

Ya con ese puntalito
llegué a Lerdo sin problema,
solo pensando en la cena
que era un potaje exquisito,
mi mujer me dio bollito
de elote con mantequilla
y me preguntó Costilla,
¿Qué otra cosa has de querer?
y le dije ¿qué ha de ser?
carne asada a la parrilla.

Toda la noche dormí,
y aunque no probé bocado,
mucho apetito sentí.
A mi mujer le pedí,
muy temprano, antes de pararme,
algo que pudiera darme
pa’ calmar el padrejón,
no crean que soy comelón
no me gusta mal pasarme!"

Constantitno Blanco Ruiz (Tio Costilla)