No es
preocupante…No. Pero Usted, amigo, bien sabe que al afirmarlo estará diciendo
una más de las pequeñas mentirillas o grandes falsedades de todos sus días. La mentira,
Señora, Señor, se encuentra enclavada justo en medio del enlace de los dos
átomos que forman la molécula de Oxígeno que respira (mos) todos los días. Ya sé,
ya sé, ahorita los castos defensores del buen vivir se están rasgando las
vestiduras por la blasfemia, pero eso no le quita lo cierto a esta verdad
acerca de la mentira: Todos Mentimos y todos los días.
Mientes a
veces, desde que dices “Buenos días”. Mientes flagrantemente cuando contestas “Bien”
a la pregunta de “¿Cómo estás?”. Mientes cuando preguntan si estudiaste. Mientes
cuando preguntan si estás listo. Y mientes
cuando finges que algo te interesa o te deja de interesar.
Son, como
dice el refrán, los Niños y los Borrachos, las honrosas excepciones, los que le
ponen matiz al mundo “de verdad” en el que vivimos.
¿Se ha
avergonzado Ud? (Internamente, claro… Ya sé que a mí me está mintiendo, diciéndome
que no miente, con su cara de palo mientras muestra indiferencia) No se
preocupe. De eso se trata este espacio, de que cada quien suponga que el otro
pase al frente (“cada quien” soy yo y “el otro” es Usted) y diga: soy fulanito
de tal (por supuesto será un apelativo falso) y confieso que soy un mentiroso.
Los otros mentirosos, sentados en nuestros banquillos, escucharemos atentamente
la verdad acerca de cada una de sus mentiras y nos veremos reflejados en ellas
mientras la redonda válvula de la olla de presión en la que se vuelve
diariamente el corazón empieza a bailar y a soltar vapor, emitiendo un chillido
sordo que solo se oye si uno acerca el oído al pecho.
La mentira,
verá Usted, es un pillo incomprendido, es un individuo muy mal encarado con un corazón
noble pero nervios de cristal. La mentira es la piedra del camino. Cuando Usted
se tropieza ¿culpa a la piedra? Que tonto es. Es como culpar a la lluvia por
mojar.
No digo que
la mentira sea necesaria. Ni inevitable. Ni siquiera deseable. Pero le insisto,
la moderna sociedad le ha convertido en un villano más por los estragos y la
intención de algunos mentirosos que por la naturaleza de la mentira en sí, con
su origen humilde y su vestido de color gris. Se le ha juzgado más por lo que
han hecho en su nombre, que por su naturaleza, reconozcámoslo, impía.
Intente no mentir
(me carcajeo en mi oscura habitación). Buen intento. ¿Todo se vuelve un
desastre? Es natural. La vida es compleja actualmente. Hace Ud. demasiadas
cosas a la vez, algunas incompatibles con otras. Convive con y conoce a
demasiadas personas a la vez, algunas incompatibles entre sí. Y lo más
complicado: piensa demasiado, tiene demasiadas ideas: algunas incompatibles
entre sí. Eso, mire Usted: genera conflictos. ¿La mentira resuelve conflictos?
Por supuesto que no. ¿Crea más? Tampoco
sea tan impulsivo, analice su respuesta.
La mentira le
ha pospuesto a Usted conflictos, del mismo modo en que ha pagado usted, a crédito,
su casa, su coche, su computadora. ¿Es malo pagar a crédito su casa, su coche,
su lap top? Curiosa sociedad la nuestra: No es malo. Es malo no pagar (algún día),
pero por el momento, lléveselo así, sin pagar. Y con descuento. Mientras tanto
le creo.
La mentira le
ha movido prioridades (en términos coloquiales le llaman abreviar tiempos, aunque
en términos estrictos no es así), le ha colocado enfrente lo “urgente” aun a
veces, por delante de “lo importante”. Eso no es culpa de la mentira. Es su
responsabilidad, por complicarse con demasiadas cosas, por pretender abarcar
mucho, aun apretando poco.
La mentira, óigame,
le ha ayudado a dosificar su esfuerzo, mintiendo aquí o allá, según requiera actuar
conforme a la verdad. Porque eso sí lo notará Usted, si es que no es igual de
bruto que su servidor: la mentira rara vez le requiere a usted un esfuerzo
adicional al que le requeriría la verdad.
En fin, ¿defiendo
el uso indiscriminado de la mentira? Claro que no. ¿Defiendo el uso
discrecional de este feo artilugio? Estaría loco para pretender convencer públicamente
a alguien de esto. ¿Soy un abogado de lo no-cierto? (he descubierto que me
gustan estos términos que indican lo que no-es, por muy gramaticalmente
incorrectos que sean): por supuesto que No, no puedo defenderme ni siquiera de
mis verdades, imaginará usted que mis mentiras (como la mayoría de las suyas)
son indefendibles.
No, señor.
Pero si respira Usted de cuando en cuando el pútrido aire del drenaje de su ciudad.
Si se mira al espejo todos los días y no le gusta lo que casi siempre ve. Si
está demasiado picante, demasiado frío, demasiado caliente, o demasiado simple,
y aun así se lo come, entonces… aprenda a vivir con una de las expresiones más
antiguas de las que se tiene conocimiento (pregunte a Adán y Eva): la mentira. No
se bañe en el drenaje, no se lo aviente a otros, no se dañe, no se queme, no se
congele, no se lo haga a su honorable prójimo.
Si piensa
usted que no debería mentir admiro su noble objetivo. Si cree que puede
eliminar la mentira, siga soñando. Si le escandaliza, váyase a Marte en la próxima
nave que salga para allá, allá los marcianos no mienten. Si le he caído mal por
mentiroso, le diré que no lo soy (con lo que se lo termino afirmando), pero si
al final de cuentas descubre usted que con este mal estructurado texto no le he
hecho ningún daño, no le he vuelto ni más ni menos vil de lo que ya era y que
en fin, con este, mi rato de ocio, solo he ocupado un rato de su ocio a usted,
entonces, amigo, estamos a mano.
Tenga muy
buena noche, siga soñando con los angelitos.