domingo, 10 de enero de 2016

La inteligencia inteligente

Hay que inventar la inteligencia artificial, pero incentivar la inteligencia natural.
Hace casi 200,000 años existe, conviviendo con otros homínidos, el hombre casi como lo conocemos. Y hace unos 15,000 años solo existe ese tipo de hombre: nosotros. Y es asombroso que todo apunta a que, en el aspecto del conocimiento del hombre acerca del mismo hombre, vamos hacia atrás: es decir, poco falta para que las sociedades modernas diriman sus asuntos a palazos y pedradas. Créame: poco falta, si no es que en muchos sitios ya lo están haciendo. De ese tamaño hemos perdido nuestra capacidad para comunicarnos.
El órgano más complejo que tenemos es el cerebro (como si los demás fueran simples). Y el cerebro no solo como receptor de información proveniente de nuestros sentidos, sino también como analista, concluyente e instructor hacia el resto de esta máquina perfecta, el cuerpo humano. Es un órgano autónomo y arbitrario. Y así ha sido al menos los últimos doscientos mil años. Sin embargo, en una carrera que a todas luces va en contra de la propia inteligencia humana, nos hemos volcado en pretender, a la fuerza, crear, cual dioses, cerebros tan complejos como el nuestro. Desde la invención del engrane hasta las súper computadoras de hoy, los esfuerzos de potencias. Y esto no es condenable, al contrario. Lo condenable es que lo hacemos en detrimento de nuestra propia computadora personal integrada. Me explico, y usted, desvelad@ amig@, no me dejará mentir: empezamos creando artefactos mecánicos para facilitarnos el trabajo físico, después pasamos a la etapa de los controles, controles para esto, controles para aquello, controles para esto otro; después pasamos a las computadoras, es decir, pedazos de plástico y silicio que, en pequeños pedazos de procesos, piensan por nosotros. Y ahora los habitantes del polo de los ricos invierten sus esfuerzos (y sus millones) en crear súper computadoras que…..¡igualen la actividad que hace nuestro cerebro!
Es una paradoja, un mundo surreal: invierten tiempo y dinero en lograr crear algo lo más similar posible a lo que cada uno de ellos (y de nosotros) ¡tenemos justo encima del pescuezo! ¿No es ilógico? ¿No debería irse el tiempo de nuestros valiosos científicos y el dinero de nuestros archimillonarios en potenciar la inteligencia natural, y no andar buscando la inteligencia artificial????? Creo que perdimos el rumbo, se nos cayeron los tornillos de la razón, nos deschavetamos, pues. Ahorita todo es Smart, y lo menos Smart de entre todo lo Smart son las personas. Se encuentra uno en la calle a cada pedazo de animal, eso sí, con su teléfono inteligente, su auto inteligente, sus controles inteligentes.
Ahora bien, déjeme espantarle un poco: con el esfuerzo de la ciencia, con el dinero de los poderosos, algún día no muy lejano, en efecto lograremos crear una computadora que iguale las funciones de percepción, raciocinio y respuesta del cerebro humano. Y entonces sabremos exactamente para qué servía la temible espada que pendía sobre Damocles: Esa inteligencia creada por otra inteligencia no tan inteligente, caerá en conciencia de sus propias capacidades y las utilizará, haciendo ver al creador menos inteligente que la creación (y tal vez tendrá razón) y ese Frankenstein perfectamente ensamblado tomará decisiones y ejecutará acciones que no entenderemos (porque en definitiva una cosa es que tengamos cerebro y otra muy diferente que lo utilicemos) y entonces vendrá lo peor. ¿Qué será lo peor? Mire usted, no lo sé. Habrá que preguntárselo a la maquina maldita, llegado el momento.

Tenga buena noche, apague su portátil, quizá también ella necesite descansar. 

En un mundo paralelo

Estamos acostumbrados a que lo que no alcanzamos a ver, lo que no alcanzamos a tocar, lo que no alcanzamos a oler, lo que no alcanzamos a escuchar, aquello que no tiene un precio en pesos o dólares, no existe. Es decir, el valor, la determinación, el amor, el coraje, la voluntad, la Fe, la alegría per sé, no existe hasta en tanto no nos produce o nos quita. Hasta en tanto eso no sucede, estos pensamientos, estas sensaciones, estos sentimientos están en latencia o invisibilidad. Desafortunado asunto. Jodido, pues. ¿Por qué? Le ilustro: al nacer no somos analíticos, no vemos bien, no escuchamos bien, no tenemos dinero. Solo sentimos. Crecemos y nos desarrollamos. En casi todos los sentidos. Somos más grandes, más agudos, con mayor cantidad de recursos y argumentos. Después….decaemos, envejecemos…y terminamos como al principio. Principalmente…sintiendo. 
Es un ciclo. Nacemos indefensos pero sintiendo perfectamente, al crecer nos desarrollamos, y al crecer más aun nos desenrollamos hasta llegar al punto de quedar nuevamente indefensos. Pero sintiendo. Sin embargo seguimos distraídos de vivir, seguimos dando un mínimo de valor a lo que sentimos, seguimos sin potenciar lo que podemos creer. Lo que podemos pensar.

Vivimos en un mundo surrealista. En una realidad paralela pues.


Tenga buena noche, no se desvele, que mañana no  nos querremos levantar.