viernes, 25 de octubre de 2013

Entre los que todo piden y los que nada dan


Entre los que todo piden y los que nada dan vivimos dando locas volteretas. Tratamos de ser normales.

Sabe usted perfectamente de lo que le hablo. El mundo, tal y como lo conocía hace 10, 20 o 40 años, ha cambiado. Ya no es más así. Y aunque todos decimos que tenemos que acostumbrarnos nadie se acostumbra. Ni usted ni yo. Mucho menos yo, retrograda escritor de closet que al menor ruido amaina las plumas y se esconde en el seguro puerto del anonimato.

Hoy en día las exigencias son muchas. Levántese temprano, coma sano, haga ejercicio, dé el 110% en el trabajo, dedique tiempo a su familia, sea un buen padre, marido, esposa, hij@, amigo, vecino y un buen ciudadano. Cumpla con sus obligaciones, clausulas, impuestos, deberes, acuerdos y demás mojigaterías. Cualquiera cosa de las que yo le haya mencionado en líneas anteriores e incluso otras que se han escapado en los recovecos de mi amnesia congénita, en la que Usted haya fallado le va a acarrear serios señalamientos en el rubro del que se trate.  Será un holgazán, un sedentario, un mal padre un mal hijo un mal esposo, un desadaptado o todas juntas si tiene, como yo, tan mala suerte. Se hará acreedor a amonestaciones, multas o por lo menos al linchamiento social.

Eso sí, ni piense que le despertarán con una amable sonrisa y panqueques (no sé qué son los panqueques, de verdad, lo vi en las películas, justo como Usted), no crea que un día su familia le reconocerá lo que hace por ella, que su vecino va a regar su patio nada más porque sí, o que el oficial de tránsito tan solo le amonestará pudiendo multarlo. No puede Usted pedir nada, ni una concesión, obviamente yo tampoco.

Bajo estas premisas entonces… ¿qué podemos esperar Usted o Yo? Ya sabe la respuesta ¿verdad? ¿Nada? Se equivoca, podemos esperar algo. Podemos esperar, la sociedad puede esperar, su familia, su vecino, su jefe, las autoridades pueden esperar de nosotros que seamos justo como somos. ¿Se ha visto Usted en el espejo últimamente? Dice que no, pero sí. Lo que sucede, amigo mío, es que no se ha reconocido. El tipo hosco que le mira desde la pulida superficie es usted. El que frunce el ceño, el que no sonríe, el que entrecierra los ojos. Ese es Usted. O Yo. Podemos esperar volvernos cada día más huraños, más indiferentes, menos justos y más cínicos. Podemos esperar que llegue el día en que el prójimo No nos importe (si es que ahora nos importa) y por supuesto, podemos esperar ya que No le importemos al prójimo.

¿Descorazonadora conclusión? Yo diría que… Realista. Viviendo como vivimos, en esa estrecha franja que existe entre los que todo piden y los que nada dan.

Tenga Usted buena noche.