Entre
los que todo piden y los que nada dan vivimos dando locas volteretas. Tratamos de
ser normales.
Sabe
usted perfectamente de lo que le hablo. El mundo, tal y como lo conocía hace
10, 20 o 40 años, ha cambiado. Ya no es más así. Y aunque todos decimos que
tenemos que acostumbrarnos nadie se acostumbra. Ni usted ni yo. Mucho menos yo,
retrograda escritor de closet que al menor ruido amaina las plumas y se esconde
en el seguro puerto del anonimato.
Hoy
en día las exigencias son muchas. Levántese temprano, coma sano, haga
ejercicio, dé el 110% en el trabajo, dedique tiempo a su familia, sea un buen
padre, marido, esposa, hij@, amigo, vecino y un buen ciudadano. Cumpla con sus
obligaciones, clausulas, impuestos, deberes, acuerdos y demás mojigaterías.
Cualquiera cosa de las que yo le haya mencionado en líneas anteriores e incluso
otras que se han escapado en los recovecos de mi amnesia congénita, en la que
Usted haya fallado le va a acarrear serios señalamientos en el rubro del que se
trate. Será un holgazán, un sedentario,
un mal padre un mal hijo un mal esposo, un desadaptado o todas juntas si tiene,
como yo, tan mala suerte. Se hará acreedor a amonestaciones, multas o por lo
menos al linchamiento social.
Eso
sí, ni piense que le despertarán con una amable sonrisa y panqueques (no sé qué
son los panqueques, de verdad, lo vi en las películas, justo como Usted), no
crea que un día su familia le reconocerá lo que hace por ella, que su vecino va
a regar su patio nada más porque sí, o que el oficial de tránsito tan solo le amonestará
pudiendo multarlo. No puede Usted pedir nada, ni una concesión, obviamente yo
tampoco.
Bajo
estas premisas entonces… ¿qué podemos esperar Usted o Yo? Ya sabe la respuesta
¿verdad? ¿Nada? Se equivoca, podemos esperar algo. Podemos esperar, la sociedad
puede esperar, su familia, su vecino, su jefe, las autoridades pueden esperar
de nosotros que seamos justo como somos. ¿Se ha visto Usted en el espejo
últimamente? Dice que no, pero sí. Lo que sucede, amigo mío, es que no se ha
reconocido. El tipo hosco que le mira desde la pulida superficie es usted. El que
frunce el ceño, el que no sonríe, el que entrecierra los ojos. Ese es Usted. O
Yo. Podemos esperar volvernos cada día más huraños, más indiferentes, menos
justos y más cínicos. Podemos esperar que llegue el día en que el prójimo No
nos importe (si es que ahora nos importa) y por supuesto, podemos esperar ya
que No le importemos al prójimo.
¿Descorazonadora
conclusión? Yo diría que… Realista. Viviendo como vivimos, en esa estrecha
franja que existe entre los que todo piden y los que nada dan.
Tenga
Usted buena noche.