viernes, 29 de junio de 2012

Resolver

Todos tenemos problemas, esa es la noticia. Si alguien te dice que no los tiene, probablemente aun no se ha dado cuenta de ellos o los niega. Pero ¿Sabes? Esa es solo la mala. La buena es que generalmente existe solución a estos problemas. Pero entonces viene nuevamente la mala: hay que trabajar en esa solución. De eso se trata este comentario. Trabajar para solventar problemas. Existimos muchas personas con problemas al mismo tiempo en el entorno en el que vivimos, es tan fácil como asomarse un poco a la vida de alguien con un café, con una cerveza, con una charla, y te soltará que tiene tantos o mas problemas que tú, y que sus problemas son tan o mas complicados de resolver que los tuyos, es una realidad. Pero esto no tiene que afligirte ni hacer que veas de repente gris el mundo. Es, como te comenté, una realidad.

La diferencia entre aquellos a los que le preguntas si tienen problemas, y te contestan con una sonrisa que NO, y aquellos que inmediatamente te los describen a detalle, radica en muchas ocasiones en la forma de afrontarlos. Soy, en este aspecto, un convencido de que los problemas tienen la desesperanzadora particularidad de no irse por si solos. Así que,  si te escondes te encontrarán, si huyes te seguirán, si cierras los ojos, cuando vuelvas a abrirlos ahí estarán, es decir: por sí solos no se irán.

Ante esto tenemos la oportunidad de lamentarnos hasta el cansancio, de implorar al Dios o a los Dioses en los que creamos reclamando, implorando, o exigiendo; o bien avocarnos de inmediato a solventar con nuestros medios. Y aquí el tema central de la charla: solventar, resolver, afrontar, antes de depender.

La suerte –se dice- es la combinación de preparación con oportunidad. La ayuda externa viene para quien la solicita, para quien la espera, y la aprovecha solo quien está preparado para ella. Y la forma de prepararnos depende solo de nosotros. Pero en lo que el apoyo de Dios, de la Vida, o del Destino llega, deberemos hacer algo por cambiar nuestra suerte. Deberemos, sin duda, dejar de lamentarnos, de preguntar a Dios el por qué de la existencia de algo que nosotros hemos construido (o destruido), o de pedirle a Dios (o a quien sea) que cambie nuestra suerte (si no nos preparamos al mismo tiempo para este cambio de nada servirá) que nos de Fortaleza o Resignación (esto ya se nos fue enseñado, mas bien deberíamos acordarnos de que existe dentro de nosotros), o que nos ayude (la ayuda de Dios llegará, en alguna forma, en forma de un amigo, en forma de un préstamo, en forma de una llamada o mensaje esperanzador, menos en la forma de una Luz resplandeciente y cegadora llamada Dios).

Trato, si te has dado cuenta, no de volverte ateo ni de hacer que dejes de creer en tu buena estrella, sino mas bien de que ocupes parte de tu tiempo haciendo algo muy importante, que te recortará tiempos valiosos, que te redituará en largos periodos de tranquilidad y que, sobre todo te hará crecer: que ocupes tu tiempo Resolviendo.

Resolver tiene muchas caras:

Resolver significa realizar esa llamada que tienes pendiente con las personas que amas y con las que te encuentras en algún conflicto, con la mira puesta no en tan solo cumplir con tu propia conciencia, hecho que en sí mismo tiene valor, sino en lograr limar asperezas y reparar un vínculo de amor y de fraternidad que podías haber pensado roto, y que, te lo aseguro, requería de muy poco de tu parte para componer.

Resolver significa quedarte treinta minutos más en la oficina para buscar esos documentos que desde hace meses no encuentras y que te están haciendo trabajar extra para elaborarlos de nuevo. Significa hablar para solicitar ese pequeño incremento que crees que mereces, significa invertir en tiempo, para cosechar en tranquilidad.

Resolver significa poner atención a tu cuerpo, con una visita de rutina al médico, mucho antes de empezar a sentir malestares. En la antigua China se pagaba a los médicos por mantener sanos a sus pacientes, y se les dejaba de pagar una vez que estos enfermaban, por la creencia de que no habían hecho bien su trabajo. Prevenir antes de lamentar. Cuidar de ti antes de que alguien más deba hacerlo.

Resolver significa también mostrar el carácter, tener el coraje, poner a prueba la fortaleza propia y la de la amistad de aquellos a los que amas y que te aman, afrontando realidades incómodas, saliendo del closet de la simulación, cruzando la línea tan temida del qué dirán y sumando a los que debas sumar restando al mismo a tiempo a aquellos con quienes quizá no te unen lazos tan fuertes y duraderos.

Resolver es, entonces, mantenerse antes de curarse, ganar el brinco a los mutuos insultos con un sorpresivo buen abrazo, pero también es el beso en medio de la tempestad, es la amarga medicina de las doce de la noche, es el abrazo que parece a destiempo sin serlo.

Te invito a resolver, a solventar, a solucionar. Hacerlo es, en muchas circunstancias, la diferencia entre un ser humano y otro, es la diferencia entre los que se levantan y los que se inclinan. Y te invito a hacerlo sin rencor, sin el coraje que envenena, sin miedo a los resultados de tu intento. Te invito a hacerlo con energía, en el menor tiempo posible, en la mejor oportunidad que se presente y con cariño a lo que haces.

miércoles, 27 de junio de 2012

Cheque

Hijo:
Si quieres amarme, bien puedes hacerlo,
tu cariño es oro que nunca desdeño,
mas quiero entiendas que nada me debes.
Soy ahora el padre, tengo los deberes;
nunca en las angustias por verte contento
he trazado signos de tanto por ciento.
Ahora, pequeño, quisiera orientarte:
mi agente viajero llegará a cobrarte;
será un niño tuyo, gota de tu sangre,
presentará un cheque por cien mil afanes...

Llegará a cobrarte, y entonces, mi niño,
como un hombre honrado, a tu propio
hijo deberás pagarle.


Rudyard Kipling

miércoles, 20 de junio de 2012

Anormal.

Soy anormal. Lo sé. Pero eso no te quita ni un ápice lo anormal a vos también. ¿Qué cosa en este mundo es normal? No lo sé. ¿Lo sabes vos? Decime, si lo sabes.

Ser Feliz: Una Elección.

Ser Feliz es cosa de todos los días, asi puede resumirse también. Ser feliz a cada momento es una utopía: sería, a mi juicio, aburrido. Amén de imposible. Sin embargo atenta contra sí mismo quien declare no haber sido feliz ultimamente porque eso es también cosa imposible. Hay mil detalles que nos alegran si los vemos o si les hacemos caso. En esta humilde opinión, nos portamos de forma egoísta al no dar el justo crédito a tantas y tantas pequeñas tonterías que son motivo de orgullo, admiración, alegría y satisfacción para cualquier ser humano (léase de forma más específica: para Usted y para Mí).
No portamos de manera bastante injusta al dar preponderancia en el corazón (que no la mente) a las cosas negativas por encima de las cosas positivas. Le diré algo: hay miles de curas para tal número de males. Hay remedios para casi todo y el grado de importancia que lo que a Usted o a Mí nos acaba de pasar puede medirse metiendo nuestro problema en un cubo con agua y sacándolo: el agujero que quede es el perjuicio realizado. Contra la felicidad, verá Usted, no hay remedio que valga. Si se da cuenta de lo que lleva puesto, de lo que vale lo que puede hacer con las aptitudes con las que cuenta, si Usted se da cuenta del numero de personas que hoy le aprecian, no tiene por qué sentirse sólo o deprimido, es Usted bastante afortunado.
Que no quiera serlo y se empeñe en hacernos sentir lástima por su persona es en realidad un número ya muy gastado y se constituye en el desaprovechamiento de un recurso no renovable, que es su propia energía. no la tire: úsela en su favor.

Draky

No hace mucho que se me ocurrió revisar a Draky. Con su mal carácter, su enorme cabeza y largo pescuezo, su cara de pocos amigos y carácter peor que la cara, infunde un cierto respeto entre el parque de tortugas del Refugio, de modo tal que las demás no le molestan y Draky no molesta a los demás. Jamás se reunió con el resto de sus compañeras para comer, retozar o asolearse, ni siquiera yo le caía bien. Le bastaba con enterrarse de cuerpo entero a pasar el día caluroso resguardado por 5 centímetros de tierra negra encima.

El caso es que el buen Draky se nos está yendo. Lenta pero inexorablemente su cuerpo se marchita, cojea de dos patas, casualmente del mismo lado, de modo tal que su caminar es un bamboleo de borracho  que le hace parecer torpe en lugar de veterano. Ya no abre un ojo y está prácticamente en los huesos, supongo que tiene muchos días sin comer y aunque intento darle de comer se niega. El agua nos es mas ya su elemento y a mi parecer, solo espera la llegada de la hora

Cuando muera

Cuando muera “no hagas con mi dinero un funeral…guárdalo para el carnaval” dicen los amigos de la Orquesta del Titanic.
La muerte, en sí, como un hecho natural, no representa mayor inconveniente que el del tránsito hacia otro estado, o el cierre de operaciones, dicho vulgarmente, de una vida. Adosada a ella, existen mil inconvenientes y sensaciones que disfrazan la aceptación de la partida de alguien: la sensación de pérdida, la frustración por asuntos inconclusos, la falta de un mentor, de un motivo, de un motor. Aunado a esto, la lista de pendientes del finado se vuelve tan interminable de principio, como agotadora. La intención hoy es, pues, pedir tu apoyo, para cuando el momento, bajo la circunstancia que sea, llegue:


  1. Hazlo del conocimiento de las personas necesarias. Desde donde mi conciencia se encuentre me enfadaré si te empeñas en anunciarme con un burdo altavoz adosado a un auto o si despliegas una plana entera en el diario compartiendo tu dolor, que debe ser tuyo, si así lo sintieres aún. Quien esté al tanto mío en aquel tiempo sin duda se enterará rápidamente, quien no…sin duda no le es menester hacerlo.

  2. Deja que de lo material se encargue el abogado. Desde ya está todo ordenado, como sabrás.

  3. No me recuerdes enfadado, soy pésimo enfadado, lo sé y aunque en esos momentos no tengas aún conciencia del hecho y tu extrema juventud te haga tener la seguridad de que nada hago contra ese terrible estado, llevo años luchando contra los demonios que me habitan.

  4. Intenta atesorar no los recuerdos, sino el pensamiento del hombre; quiero confesarte que prácticamente cada cosa que he hecho hasta estas alturas de mi vida ha sido plenamente convencido. Empezando por tu existencia en ella. Esto, en términos de conciencia, tiene su valor. Desestimado en tiempos modernos, pero lo tiene.

  5. Sé feliz. Genuinamente, como gustes o como deba ser. Estoy convencido de que lo merecerás, de que siempre lo has merecido, de que todos lo hemos merecido, y de que en la forma limitada en como he podido hacerlo he intentado ayudarte a conseguir ese estado tan necesario para el ser humano en cada minuto que pasamos juntos. Si puedes serlo, sé feliz.

  6. ¿Sabes? Creo en el sentido de la justicia. Me explico: Habrá cosas que a mi falta, se compongan, y otras más que se desdibujen, acompáñame en este sentimiento: no te preocupes ni intentes mantener el Statu Quo en mi ausencia como lo era en mi presencia. Ya no es necesario, en serio. Navega un poco con la corriente, así descansará tu alma.

  7. Sé fuerte. No en mi ausencia ni por ella. Para ello la naturaleza te ha dotado de una extrema resistencia que yo conozco y que por herencia tienes. Se fuerte en el día a día, conoces perfectamente que la fortaleza tuya es una de las pocas cosas que he buscado y en las que me he preocupado con cierta constancia.

  8. No me guardes luto, respeta mi memoria en la medida de lo posible y tan sólo en lo concerniente a la poca o mucha autenticidad de mi pensamiento. Sé que será complicado descubrir que nos hemos mimetizado y que, pasado el tiempo, no sabrás si lo pensabas Tu o fue mi buen o mal ejmplo. Al caso es lo mismo. No os preocupéis.

  9. Desde allá las cosas no duelen. No te pierdas en confesiones posteriores. No te conduelas de lo que no me dijiste. Ahí me enteraré y de antemano, y como siempre, de acuerdo o no de acuerdo, te apoyaré.
  10. Recuerda: vivimos por pedacitos, cada uno concatenado con el anterior o los anteriores pero cada uno perfectamente separado por su momento, cada uno te da la oportunidad de ser feliz o desdichado y el haberlo sido no implica repetir la historia en el subsecuente. Así que…entre menos equipaje, mejor. Por si te sirve de ayuda la información: de equipaje…yo me voy extremadamente ligero.


Que Días

Que días aquellos, cuando éramos libres del sentimiento, con esa libertad que se respira tan hondo, que abre los pulmones casi tanto como el corazón. Qué días de lluvia, de relámpagos nocturnos,  de mojarse bajo el chorro de los bajantes del techo de la escuela y regresar a casa regañados por doña Maury, de Sol radiante rebuscando cada trasto, cada piedra, encontrando lombricillas para experimentar en el fondo del tambo volteado que la abuela tenía en el patio. Días de burritos con sal y de Paquita sobre el árbol de guaya. De los memorables partidos de beisbol con pelota de goma contra los vecinos de la Leandro Valle, del gol-para en el portón de la Rebeca, de cuando la preocupación consistía en ganar el partido de basket, en las cartas de la novia, en el disco del amigo.
Que días aquellos del cuerpo flexible, de la mente brillante, del corazón limpio, del cerebro de 360 grados. Noches de hot dogs, de películas, días de biblioteca, de amigos, de futbol, de futbol y más futbol. Días de resortera, de  pichichis, de caminar y caminar, de escopeta, de calibre 22; de correr, de seguir, de volar como el viento, sin fronteras y sin conocer el dolor.
Qué días del pan de Agustín, de la leche bronca, de la quincena en la despensa acarreando pollos, del mandado, de los cigarrillos de la abuela y las galletas de animalitos, del litro de petróleo, de sacar la basura a la esquina. Tardes de parque, de desafiar la vida en bicicleta, de guardar el uniforme, de rayar las camisas y de bañar a los perros y lavar el auto. Sábados de cine y domingos de compras, de jalar el carrito, de pedir y de conocer el universo dentro de una bolsa de sabritas.

Qué días.