miércoles, 18 de noviembre de 2009

Tienes el valor o a ti también te vale

Muchas veces he pensado en el valor. En el valor desde muchos puntos de vista, desde muchos enfoques. En el valor como adjetivo, como propiedad inherente a las personas, como añadido a las cosas que hacemos o tenemos. En el valor como estandarte o como moneda de cambio.

Muchas veces he pensado en el valor.

Cosa curiosa. Las mas de las ocasiones lo que más vale es lo que más cuesta en monedas tan extrañas y variadas como seres humanos habemos en el planeta. Muchas veces he pensado en el valor como propiedad consustancial a las cosas que hacemos.

Tienen valor las cosas que hacemos, a mi punto de vista, si las hacemos valer, es decir, si cumplen su cometido. Si definitivamente no cumplen su cometido o tan solo lo cumplen parcialmente, las cosas carecerán de valor. Al menos del valor que le hemos estimado. De ahí que puedo deducir que hacemos cosas que valen por el cometido que alcanzan a cumplir. Hacemos cosas que valen no por las ganas o el sufrimiento que hayamos puesto en hacerlas. Sino en su objetivo cumplido. De ahí que existan cosas que cuesten mucho y valgan poco, tal es la paradoja, porque a mi parecer, su valor reside en lo que hayan logrado en sí mismas, no en el esfuerzo o ganas que les imprimimos. Eso nos mueve definitivamente a hacer las cosas más con la cabeza que con las vísceras, a fin de que sirvan, cumplan, y por ende valgan. Queremos hacer cosas de valor… ¿Qué, usted no?

Las cosas que tenemos tienen valor también. Su valor esta medido en función no de lo que nos han costado, tampoco del cometido que cumplan, aquí la vara para medirlas es un tanto diferente. Su valor está medido en función de lo que nos costaría obtenerlas si las perdiéramos. ¿Ve usted que el enfoque es diferente? Bueno, así somos los humanos, de una cosa pensamos algo y de otra cosa pensamos de manera diferente, es decir, desde enfoques distintos. Las cosas que tenemos, no valen en función de lo que nos costaron, no valen en función de lo que las hemos deseado. Las cosas que tenemos valen en función de la rareza con la que existan en nuestro universo. Eso finalmente le ha dado valores monetarios a las cosas materiales, y no es más que la vulgar relación oferta–demanda.

La sarta de boludeces que pensamos vale por la utilidad que posee en sí misma. En este momento hay muchas personas en el mundo con el cerebro lleno de chatarra (Usted mismo que pierde su valioso tiempo leyendo este blog, aunque no le guste reconocerle, je je, y por supuesto, yo por escribirlo). Pero no divaguemos de nuevo. Los pensamientos valen por lo que sirven. Y aquí por supuesto el enfoque es social. Puede Usted pensar en lavarse los dientes y eso tendrá un enfoque tan social como sociedad se le puede llamar a la sociedad formada por una sola persona, es decir, Usted mismo. Pero puede usted también en realizar obras o acciones de verdadero beneficio colectivo. Quien ha pensado en obtener grandezas jamás se ha visto a si mismo sólo en una habitación con todos sus logros. Necesita forzosamente compañía. El ser humano es un animal social. Ya sea por ayuda, reconocimiento, o simplemente necesidad de compañía, el ser humano necesita a los demás. Aunque no le gusten, aunque le caigan mal, Usted necesita a los demás. ¿Ah no? ¿Vivirá usted aislado? Si como no. Y mi bisabuela en un patín del diablo.

¿Valemos las personas? Bueno, unos si, otros no. Hay de todo. Soy sarcástico al comentar esto. Todos valemos, pero hay unos que valen muy poco, je je. ¿En función de qué valemos? ¿De lo que logramos hacer? ¿Material o espiritual? ¿Combinamos? Aquí, dicen en mi rancho, es donde la puerca tuerce el rabo. ¿Por qué demonios valemos? Pues bien, somos una amalgama, dice mi teoría. Una mezcla de todo lo anterior. El ser humano es muy complejo. Cada quien, si lo piensa bien, pudo haber sido soldado, médico, maestro, ingeniero, músico, cirquero, bombero, policía, etc. Nacemos con un sinfín de posibilidades y el tiempo limitado para ejercer solo algunas. Hay quien abarca, hay quien dedica. Ambas cosas son interesantes y ambas cosas cuestan y a mi parecer, ambas valen. Pero hay quien simple y llanamente decide no ejercer ninguna de ambas posibilidades. No abarca siendo el cúmulo de cosas que podría ser. Tampoco se dedica a ser lo que es. Es solo una hoja al viento. Hay muchas personas así. ¿Es Usted de ellas? ¿No? Qué bueno, le felicito. Si lo es, cambie. De verdad, más allá de lo que dicen las fábulas, imagínese lo triste que debe ser, al morir, llegar al día del juicio, y a pregunta expresa del juez supremo acerca de lo que hemos hecho en vida, no tenga Usted algo que valga la pena contar.

Haga, deshaga, viva, corra, ríase hasta de sí mismo, construya, váyase de pinta, forje un patrimonio, haga fuertes inversiones en el corazón de sus hijos, Valga, pues.

Tiene Usted el Valor……¿o Usted tampoco Vale?

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