sábado, 21 de noviembre de 2009

El sonido de las luciérnagas I

El psicólogo pretendió que a ella le explicara el por qué de los premios y castigos. Que le explicara, claro, de manera que ella pudiera entenderlo, el complicado mecanismo de la naturaleza humana, multiplicado por cada vez que yo lo accionara.

Y cuando me preguntaron – Y a ti… ¿Quién te educó?- la primera respuesta que se me vino a la mente no fue mi padre, rector inamovible de mi forma de vivir, ni tampoco mi madre, quien desde la tierna infancia hasta lo que calculo sea el fin de mis días me representará el lado amable de la vida. Lo primero que se me vino a la mente fue una vara de tamarindo que mi madre guardaba tras la puerta de la cocina, y a la que tenía yo un miedo cerval. Creo que esa es la respuesta.

____________________________________


La pregunta surgió como si la más mínima cosa, muy a propósito de un café, mientras desayunábamos bísquets en el aeropuerto. -¿De qué lado tienen el asa las tazas?-. Así, a quemarropa. Lujuriamos la dichosa taza al frente, derecha, atrás, izquierda, sin encontrar una justificante para que el fabricante pusiera de un lado específico el accesorio. Ningún lado es preciso y cualquier lado es válido. Caray, - pensé- lo que es de todos no es de nadie.

Después de unos minutos de absoluto silencio comentó Julián con la naturalidad que da el ofrecer una respuesta indiscutible y sin oposición válida. - Las tazas tienen el asa por el lado de afuera-. Después abordamos el avión.

__________________________________


Ah, ¿le gustan las mujeres? ¿Es entonces Usted un arquitecto lesbiano?

No hay comentarios:

Publicar un comentario