lunes, 16 de noviembre de 2009

La mitad de lo que digo es mentira y la otra mitad no es cierto.

No se fíe del mundo, por favor, haría mal. El mundo que le parece que es real no necesariamente lo es y definitivamente, aparte de su enfoque, hay varios enfoques más de cada cosa que analiza Usted, mi amigo. Cuando le digo que el León no es como lo pintan, le solicito que quite Usted esa ridícula cara de alivio porque sin lugar a dudas es porque creo que el León es Peor de como le pintan. No, tampoco me malinterprete, no soy un mal augurio, no soy pesimista, es más, si me conoce un poco, sabrá que soy más bien optimista. Pero resulta que este vecindario, lo he descubierto, está fuera de lógica. Esta ciudad está fuera de lógica. Este país está fuera de toda lógica y este mundo está totalmente loco de remate.


El jueves vino la policía federal y se llevo a Carlitos, el del piso 17. Llegaron como a las cinco de la tarde, eran dos señores uno gordo bien alto y otro flaco y más alto que el primero. Preguntaron por el Charly a Joaquín el recepcionisto. Cuando Joaquín estaba hablándole a Carlos para decirle que lo buscaban entraron como unos 50 encapuchados por la puerta de servicio que siempre está abierta allá atrás, y sin pedir permiso se aventaron subiendo a toda velocidad por las escaleras. Yo me pregunto por qué no subieron por el elevador por lo menos unos cuantillos para no cansarse tanto, pero me respondo al mismo tiempo que en las películas ningún asalto a ningún edificio que se respete se hace por el elevador. Es preferible que los polis lleguen al piso 17 echando el bofe antes que perder el estilo, sí señor. El caso es que esta horda de encapuchados armados hasta los dientes se aventaron 17 pisos arriba por las escaleras para capturar al Carlitos que según mis cálculos no ha de pesar más de 45 kilos de lo chaparro y esmirriado que está. Se armó la boruca porque al pasar corriendo tiraron las macetas que Doña Tilapia tanto cuida en el piso 5, todavía me acuerdo cuando cachó al novio de Marcela orinándose de borracho en sus bromelias, je je, esa vez también hubiera querido que llegaran como 50 encapuchados a llevarse al José, que ya estaba hasta las manitas de tequila, pero no llegaron más que dos polis de esos de a pie, como a los dos días, quesque a iniciar la investigación. Bueno, el caso es que le rompieron sus macetas a Doña Tila y esta inmediatamente se fue a la delegación a interponer denuncia contra quien resulte responsable.

Antier los gatos de Carlitos maullaban adentro de su departamento, me supongo que no habían comido desde el jueves y no hubo ni quien abriera, Joaquín dice que a él la poli le dijo que ni se le ocurriera tocar la “evidencia”. Yo me pregunto evidencia de qué, si el pobre Carlos a duras penas tenía una mesa y tres sillas en la sala comedor, y su colchón en el cuarto, como veinte gatos y eso sí, como 25 costales de alimento, ojalá y esos gatos se las ingenien para abrir aunque sea un costal, para que no se mueran de hambre.

El viernes estuve platicando con Marcela, y me di cuenta de que no muchos conocían bien a Carlos, a mi me dijo que era de Torreón, y según las noticias es de un pueblito llamado San Fernando, que esta como a 3 horas de Torreón y creo que no es ni del estado de Coahuila, y que el dichoso pueblito solo tiene como 120 habitantes, y todos se dedican al comercio ecológico. Ahora resulta según la Marcela que ni siquiera era de allá, que era de Chiapas, y si, ahora que lo pienso bien como que tenía rasgos sureños y yo nunca me atreví a preguntar.

Lo curioso es que al tiempo de comentarme la Marcela me confesó que ella no trabaja de secretaria como yo me suponía, sino que es contestadora de hot line , además que el tal José no era ni su novio, que eso dijo para defenderlo cuando Doña Tilapia le tiró bronca por lo del orín en las bromelias, pero que es más, a ella ni los hombres le gustan, a mucha honra de me dijo que batea y corre a tercera, yo jamás me lo hubiera imaginado, y además me comentó que no era la única gay del edificio, noticia que de verdad si me dejó intrigado y preguntándome si no se llevarían detenido al Carlitos por delicado. Pero no, ahora que lo pienso bien el tal Carlos tenía una novia con la que jamás se veía aquí en el edificio, siempre lo esperaba abajo en recepción y Carlos se salía con ella. Iban al cine o a cenar o a donde sea, y al final aquel siempre regresaba solo. Yo me imagino que por no incomodar a los gatos. Así que en la lista de sospechosos no está El, y si se lo llevó la poli sería por cualquier motivo menos por ese. También me quedé pensando que si la Marce trabajaba con las puras orejas no le encontraba yo chiste a que saliera tan arregladita todos los días.

Precisamente el mismo viernes por la noche, al regresar de la oficina, me topé en recepción con tres de los encapuchados que entraron el día anterior por Charly, platicando muy amenamente con Joaquín, mientras estaban “de guardia” resguardando el inmueble según ellos. Joaquín les preparó café lo que me causo bastante extrañeza porque a mí, que me conoce desde hace 8 años que vivo aquí, y que le he pedido café como dos mil veces, jamás me ha preparado. Yo me imagino que la Ley impone como quiera. Pasé saludando a los polis y al Joaquín pero él ni me contestó el saludo. Se me hizo que la Marce le gusta y como me vio platicando bastante rato con ella se molestó. Si supiera que aquella está volteada. Ahí él y sus suposiciones, pensé, pero al otro día salí de dudas con el enojo de Joaquín, que al fin de cuentas no era enojo según Marce, platicamos el sábado y me dijo que el otro del edificio era nuestro recepcionisto, y que su novio era uno de los hombretones encapuchados que entraron el jueves, y que es al único al que le prepara cafecito. ¿Caras vemos y entrepierna no sabemos verdad?

Bueno, el sábado también pero por la tarde, me encontré en la cancha al José y me puse a vacilarlo diciéndole que ya sabía que todo era mentira. José se puso pálido y se fue a su casa. Cuando regresé al edificio me lo encontré discutiéndose con Joaquín y quise entrarle al quite para decirle que no era para tanto, que al fin y al cabo yo sí pensaba que andaba con la Marce pero que si no era así, no era nada de qué avergonzarse caray, alguna otra chica le haría el favor. Cuando me acerque me di cuenta que de lo del chisme de Marcela nada, que se estaban discutiendo por la llave del departamento de Charly, así que me hice el disimulado y me seguí de largo hacia el elevador.

Hoy por la mañana al fin regresaron el alto y el más alto a abrir el depa de Carlos. Yo me acerque de chismoso a ver si los gatos se habían muerto de hambre o si estaban palmando ya en las últimas. Los 16 gatos efectivamente habían logrado abrir uno de los costales de alimento…que no tenía alimento. Ahora resulta que los costales estaban llenos de una especie como de talco, que los dos polis estuvieron probando con la punta de la lengua. Platicaron un rato encerrados allá adentro y se llevaron dos de esos costales cargando. Por la tarde llegaron los del agente del ministerio público investigador a decir a la gente que el Charly era un capó o capo o como se llame de no se qué mafia u organización por el estilo y se llevaron 21 costales según ellos de droga. Mientras los metían a una camioneta de las que traían pude ver que en el asiento de atrás traían paseando al José, con un ojo medio morado, aunque esta vez Marce no se metió a defenderlo pero si ni de broma.

Ahorita que me subía a mi departamento me tope con Joaquín, muy risueño y bastante relajado. Cosa extraña, pero me ofreció un cafecito. Nada más le dije –no, gracias, no se vaya a molestar el agente del otro día- y me vine a encerrar.

Por eso le digo a Usted que no se fíe, este mundo ya no es lo que parece. Este mundo está loco, loco.

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