miércoles, 11 de mayo de 2011

A la madre!


Cuando le preguntaba a mi Madre qué cosa había de comer, la respuesta siempre fué igual: Comida.
Recuerdo que, como todos los chavales de la época, fuí melindroso, descuidado, quizá un poco menos rebelde que el promedio, muy preguntón y medio vago. Pero siempre hubo la atinada dirección de una vara de tamarindo cuya sorprendente resistencia no pocas veces nos tocó probar a mi hermano y a un servidor. De las cosas de la casa no opinaba parte porque no me pedían mi opinión y parte porque no me hubieran dejado darla, pero ni falta que hacía, con la directriz de ella era mas que suficiente.
-Tu obligación es estudiar- me decía. Y yo estudiaba, o hacía el intento, al menos, so pena de la varita de tamarindo. En aquellos días, amigo, no habia procuraduría de la defensa del menor, ni marihuanadas de ese tipo. Eramos chamacos flacos de playerita, bermudas y tenis que iban a la secundaria por la mañana y jugaban en las canchas por las tardes. Otros tiempos, pues.
Despues crecí aunque nada más de tamaño, y cambié de aires. Entre los amigos-la escuela-el deporte-la novia no habia espacio para pensarle demasiado, los días se iban como agua ya desde ese tiempo. Y aunque poco después de ingresar a la preparatoria talaron el tamarindo, el espíritu corrector de sus ramas siguió en manos de ella. Díigame si no siente a veces igual: un servidor ha sido contrario a las ideas de muchas personas y reactor a las acciones de mucha gente, menos de ella. Mal que bien, y en infinidad de ocasiones a pesar mío, he tenido que hacerle caso y después darme cuenta de que tenía razón. El milagro de la física atómica que se dió después cuando de la casa me fuí, la dejé pero ella no se separó de mí, me permitió en cada acción percibir sus principios directores en mi propia conducta.
En fin...Hoy, ya con retoños y con la libertad de elegir qué cosa quiero comer, hay ocasiones en las que.... cuando por alguna razón, por alguna circunstancia, cuando no hago las cosas bien, y aunque ella no se entere...alcanzo, con el rabillo del ojo, a percibir entre sus manos los esbozos de lo que parece ser una vara de tamarindo.
Tenga buena tarde Madre, que ésta, como todas, es por vos y para vos.

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