martes, 15 de septiembre de 2009

Superhéroes y la manita

¿Tuvo usted algún tipo de infancia? Discúlpeme la pregunta así, a quemarropa y sin vaselina, sin siquiera tomarnos antes un tequilita. No es mi intención ofenderle y de hecho, para serle sincero, preferiría que este atisbo de curiosidad de parte mía no sirva como pretexto para que me suelte usted a mí, una retahíla de quejas, recuerdos bochornosos, cosas emotivas, acabe usted hecho un mar de lagrimas en mi hombro, o cosas por el estilo que dicho sea de paso puede que no me interesen.

Mi pregunta está enfocada a los recuerdos y anécdotas increíbles de la infancia. No precisamente de aquellas fantasiosas del coco, el viejo pelón, los duendes u otra faramalla parecida. No, más bien estaríamos hablando usted y yo de aquellas cosas perfectamente justificables y verosímiles para un infante, pero tremendamente incongruentes para la manera de pensar de un adulto. Vamos, ea, con un ejemplo: yo recuerdo que gracias a la asiduidad con que mi padre nos obligaba a ir a la peluquería me inicie a muy temprana edad en la lectura de revisticas (no de esas, señor, yo siempre fui a peluquerías muy decentes) de series, comics, y cosas parecidas, lo mismo Memin Pinguin que las lacrimosas novelas de Yolanda Vargas. Entre estas lecturas estaba, infaltable, Kaliman. Qué bueno que tiene usted más de 30 años, de lo contrario no tendría idea acerca de quién es el tal Kaliman, o bien tomaría el mote en estricto sentido peyorativo y denigrante. Pero no amigo, usted y yo sabemos, porque asiduos lectores fuimos, quien es Kaliman, y su fiel ayudante Solín. Kaliman, al igual que ahora James Bond o López Obrador, era un héroe popular, y así como López obrador tuvo a su Juanito o James Bond su Aston Martin, también Kaliman tenía un ayudante, este era Solín. Un muchachillo aprendiz de todo y bastante experto en nada, que junto a Kaliman recorría una región cuyo nombre no puedo recordar, pero siempre ayudando al más necesitado, peleando contra los malos, y sorteando toda clase de riesgos. En suma: una vida de total aventura. Kaliman aconsejaba a Solín, le alimentaba, no era su padre y al parecer tampoco precisamente su amigo, dada la diferencia de edades, era su aprendiz…¿de qué? Kaliman no tenia oficio alguno, pero Solín siempre estaba su lado y Solín consistía en una de las principales preocupaciones (y ocupaciones ) deKaliman. Claro, aparte de salvar almas.

Hoy lo veo en retrospectiva, y recuerdo el refrán popular de mi pueblo que dice algo así como que: “si parece pato, camina como pato, y se alimenta de lo mismo de lo que se alimenta un pato……. Entonces es un pato”.

Acertó usted amigo (piense mal y acertará) lo del tal Kaliman y Solin no era una amistad…no, tampoco era un aprendizaje (¿de qué?), era otro tipo de extraña y prohibida relación que el malévolo peluquero me hacia leer con quizá los más oscuros fines, a los que jamás cedí, claro. Y ahora, de mayor, reflexiono que el tal Kaliman no tuvo novia jamás, que hizo de un faso celibato sui estandarte y que por cierto, jamás se le vio entrar en un baño público. Ahora lde mayor caigo en la verdadera naturaleza de estos personajes. Solin no era amigo de Kaliman. No era aprendiz de Kaliman. No era su ayudante puesto que Kaliman perfectamente se las arreglaba solo. Era…Si, ya le dije, acertó usted.

Y la cosa no para ahí, piense en Kendor y su inseparable Chilon Chilonides y vera la misma oculta situación. Vea usted incluso a Batman, quien tampoco sabe lo que es hacer una vida marital exceptuando la que probablemente tenia con Robin, claro está. Por de lo que pasa entre bastidores en los comics de superhéroes solo los superhéroes lo saben.

Si, ya sé que está usted pensando que soy un amargado, que veo cosas donde no las hay, que seguramente no tengo cosas qué hacer y que me duermo hasta las 3:00 am buscando a quien molestar. No señor, me considero una persona afable, pero no puedo dejar de observar que es muy posible que haya vivido la mitad de mi tierna infancia engañado aunque feliz. O como diría yo, feliz aunque engañado.

Batman, Robin, Kendor, Kaliman, Chanoc, Sekub, la Pantera Rosa, el Inspector Gadget, mi Peluquero y tantísimos otros no son quienes han querido aparentar ser. No señor. No sea usted como aquel que cuando señalaron al burrito volteo a ver hacia el dedo. Hay cosas que no podemos dejar de observar, le digo.

¿Le he aburrido? Ya lo sé. ¿La culpa es mía por escribirlo o suya por leerme? Espero haber herido susceptibilidades hoy. Queda de tarea.

P.D. A mis 10 años tenía yo una manita de plástico, era la que me proporcionaba el único placer que yo recuerdo haber tenido a esa edad: el placer de rascar. Con ella me rascaba la espalda, los pies, la cabeza, y todo aquello que fuese susceptible de ser rascado, o que pudiese producir algún tipo de comezón. Un día encontré a mi primo, a la sazón 4 años menor que yo, chupando los dedos de la dichosa manita. Algún sabor le tenía la mugre al indecente.