domingo, 20 de septiembre de 2009

Influenza

Reproduzco ahora, un texto escrito durante los primeros brotes de la que ahora llamamos Influenza AH1N1 o como lo diga la maestra Elba Esther, tan solo para que quede público el comentario:

La Influencia de la Influenza. Abril 30 de 2009.

Trillando el tema de moda, pandemia que afecta de manera preocupante el territorio nacional, la Influenza, hace algunos días vi en los noticieros de la televisión a Joaquín López Dóriga realizar una serie de preguntas al Secretario de Salud del Gobierno Federal , José Ángel Córdova ,con el fin de aclarar las dudas del público televidente acerca de este nuevo mal.

Entre ellas el conductor del programa le inquirió al secretario acerca de la prontitud con la que el aviso se dio, específicamente en el sentido de conocer si las autoridades actuaron a tiempo contra esta epidemia, a lo que contestó el funcionario que se actuó lo más rápido que se pudo, es decir, apenas se tuvieron casos de gripes o influenzas atípicas, se tomaron muestras, se hicieron analizar en laboratorios de EEUU, y al regresar los resultados con la concluyente de la Influenza Porcina, se dio la voz de alarma con las consabidas que todos conocemos en los últimos días.
Al estilo de los políticos, esta respuesta no fue un “si” tampoco un “no” sino todo lo contrario, me permito expresar que me parece que es así con todos los políticos de todos los países por lo que no considero este mal (los malabares de la verdad y la responsabilidad pública, no la influenza) como algo normal asociado a las estructuras públicas.

Una de las siguientes preguntas al señor Secretario me pareció mucho más complicada de responder y esta fue -¿Por qué, si hay casos ya alrededor del mundo, solo hay muertos en México?- cabe mencionar que para esa fecha aún no se daba a conocer el primer deceso en Estados Unidos por este mal (un niño mexicano, por cierto). En los minutos que duró la alocución siguiente del Secretario de Salud traté de poner especial atención a la respuesta porque me pareció un hecho por demás relevante y desproporcionado, efectivamente, el número de muertes que llevaba hasta ese momento nuestro país (149) comparado con el número de muertes en el mundo por este mismo mal (0). El funcionario simplemente no pudo explicar o dar alguna luz concreta acerca de la respuesta a este cuestionamiento.

Los orígenes de la respuesta, creo, pueden ser muchos, han circulado infinidad de correos acerca de esta situación alertándonos acerca de que nos están distrayendo de la crisis económica internacional, de que los muertos quizá sean ficticios y nadie ha visto fotos de ellos puestos en hilera en el zócalo de la ciudad de México, acerca de que con esta “farsa” pretenden suspender la selecciones próximas y hasta de que es una cortina de humo para algún aterrizaje marciano en nuestro planeta.

Lo cierto es que no contamos con el mejor ni con el peor sistema de salud de entre todos los países que se han visto infectados por el mal, y es muy posible que no estemos a la altura de los países desarrollados en lo referente a la extensión que logran abarcar las instituciones públicas para hacer frente a estos problemas, o al peso económico de iniciativas privadas y públicas para unir esfuerzos y dar respuestas contundentes a los problemas.

El segundo hecho a comentar se refiere a las mascarillas que se están utilizando como parte de las medidas de prevención contra el contagio de la Influenza, es un hecho visto que el sector público no cuenta con el abasto suficiente de este insumo desechable cuya duración está recomendado, sin ser experto, al parecer entre 3 y 5 horas, para después tirarlo por haber perdido efectividad.

He visto mascarillas de todos colores y sabores desfilando por la ciudad, y prácticamente andan en boca de todos, me causa curiosidad ver el ingenio del mexicano que lo mismo usa una mascarilla medica verde o azul, que una mascarilla simple contra polvo, una mascarilla para gases ácidos, e incluso hay en internet quien circula fotografías de sí mismo con una trusa en la cara, para prevenir el contagio de la influenza, claro, pudiendo provocarse el contagio por lo menos de muy malos olores.

Es precisamente a las mascarillas anti-polvo (no las médicas) a lo que me referiré a continuación.
Por el trabajo que desempeño, periódicamente me veo en la necesidad de realizar compras en cantidades respetables de estas mascarillas, tengo proveedores confiables y un historial de adquisiciones de estos elementos que data ya de algunos años, incluso, tenía un pequeño stock que, entre el trabajo y la contingencia se ha terminado recientemente. Hasta la semana pasada mi proveedor me surtía este insumo en un costo aproximado de $1.50 c/pieza. El día de ayer sin ir más lejos, al requerirles a mis proveedores nuevamente surtimiento de este material me lleve una sorpresa mayúscula al cotizarme mi primer proveedor en $18.00 cada pieza, y mi segundo proveedor en $50.00 cada pieza. De golpe, sin explicación congruente, este insumo subió en un sitio (mayoreo, claro) 1200% y en otro 3300%.

¿Es posible que las materias primas hayan subido su precio de manera vertiginosa y el fabricante haya tenido que aplicar este nuevo precio de inmediato? ¿Algún plan maquiavélico del fabricante de mascarillas a nivel nacional lo hizo hacerse de un importante stock, soltar por ahí algunas cepas virulentas y después vender a precio de oro su producto? No creo. Esta situación no va más allá de los meros distribuidores. Aun cuando nadie va a hacerse rico vendiendo mascarillas a diestra y siniestra durante dos semanas o el tiempo que le dure su stock, o el tiempo que dure la contingencia, está en la mentalidad de mucha gente ser así.

¿Por qué Sí se mueren los Mexicanos?

Por ahí esta una de las respuestas, si conjugamos efectivamente una voz de alarma a destiempo, un sistema de salud sin cobertura efectiva y sin control, la increíble falta de coordinación (aun en una emergencia) del gobierno federal sobre los gobiernos estatales, y el hambre de muchos, si, MUCHOS vivales que creen medran hasta con algo de lo que NO se harán ricos, el número de muertos en México, seguirá en aumento, porque ahora si, tal y como lo prometieron los gobiernos de antaño, por tres mascarillas diarias y un salario de hambre de $54.80, el pobre tiene la opción de elegir:

Entre morirse de hambre o de influenza.