jueves, 22 de octubre de 2009

Un cambio de orientación

Buen día, estoy intentando adaptar el presente texto que escribí antes de julio pasado, a respecto de las elecciones que aquel día 5 tuvieron lugar. Se me hace pertinente compartirlo ahora con un público menos amplio (sigo de iluso pensando que alguien me lee) a fin de que quede para la posteridad como tantas otras barrabasadas que me ha dado por escribir últimamente.

A respecto de las pasadas elecciones del 5 de Julio, es importante realizar la reflexión de nuestra relación como ciudadanos con los representantes de la cámara de diputados y senadores de este país, con aquellos que “hacen las leyes”, pues está comprobado que no basta con plasmar en la boleta en la que sufragamos, nuestra preferencia electoral, ya sea personal o partidista. El deber y derecho ciudadano nos obliga a exigir la rendición de cuentas y participar en el proceso de vigilancia de los procesos políticos del país, uno de ellos, el de la modificación o creación de leyes, que, como directrices, dan rumbo a la nación.
Hasta el Sol de hoy, el derecho al voto no se ha convertido en un deber, muestra de ello es el 60% de ciudadanos que por uno u otro motivo no acude a las urnas, más que criticable, es punto de observación el hecho de que esta apatía ciudadana se debe a muchos factores que no terminaría de enlistar aquí ni en diez años, lo destacado del caso es que las elecciones en sí, y particularmente las que corresponden al cambio de representantes legislativos no representan aliciente alguno dentro del espectro político del ciudadano común, vuelvo al punto del marcado abstencionismo que se vio en Julio.
¿Por qué sucede esto? Razones hay muchas, insisto en que lo destacable del caso no es perdurar en el por qué no, ya que si preguntamos a cualquiera en cualquier calle de cualquier ciudad del país acerca de los motivos por los que muchos dejan de emitir su voluntad, lo más seguro es que se encoja de hombros pensando en las 20,000 cosas que no vemos, no sentimos, no nos llegan o de las que simplemente no nos enteramos, todas ellas relacionadas con el deber legislativo de nuestros representantes populares.
Mas bien, y un área de oportunidad es el pensar en por qué SI votar, reflexionar acerca de qué cosa nos movería hacia las urnas (esto que escribo, es sin duda, mercado electoral para políticos y rapaces del momento). Yo soy un elector inconforme, como muchos otros, porque tengo la certeza de que aun cuando mi voluntad no está dirigida a partidos o personas, sino a hechos concretos, al final veo con tristeza, en el Palacio Legislativo y en los despachos de Gobierno, a partidos o personas…rara vez hechos.
No creo que los pueblos tengamos los gobernantes que merecemos, sino mas bien tenemos los gobiernos que elegimos, y es muy probable que hasta el momento hayamos elegido este sistema de partidocracia aburrido en nuestro nivel y muy lucrativo en el nivel de ellos (si, ellos), en el que las elecciones se vuelven herramienta indispensable para perpetuar favores, cacicazgos, funcionarios saltimbanquis que hoy vemos aquí y mañana allá, hoy de un color y mañana de otro, hoy fieles y mañana diciendo tres veces “No” como Pedro.
Y los electores normalmente elegimos al menos malo, a la “menos peor” de las opciones que aparecen en la boleta. Quienes votamos elección a elección y orgullosamente mostramos el entintado dedo al lunes siguiente a familiares y amigos seguimos considerando un “deber” participar en el ejercicio de la voluntad popular cuando no siempre estamos 100% enterados de por qué clase de alimaña, por qué color, o por qué propuestas votamos, y más aún, cuando no estamos enterados del cómo, ese color, esa persona, o esa propuesta, llegara a término en el congreso o en el puesto. Si esto sucede (Y sucede) nos convertimos en un tornillo, en una tuerca, en un engrane mas del sistema.
El sistema no solo es ese viejo grupo en el poder que busca perpetuarse y dejar a familiares y amigos como una forma de pretender vivir para siempre, el sistema no es solo el IFE que funge como árbitro en una pelea de pobrísimo nivel y con poquísimos espectadores, el sistema también somos todos aquellos que le hacemos el juego sin ganas, sin ánimo y sin saber, y el sistema está diseñado para que alguien de todos ellos (que al cabo es beneficiar a todos) llegue a su meta.
¿Con cuántos espectadores vale la pena llevar a cabo un partido para que sea negocio? ¿Con cuántos sufragios como mínimo es válido financiar una elección de este tipo? No existe este parámetro. Quienes votamos por convicción estamos obligados a elegir una opción. ¿Cuál? La que sea, pero una. Eso da como resultado forzoso un ganador, sea el número de votantes que sea. Eso derrotará siempre al abstencionismo mientras no se legisle en contra. Y no se legislara para eso, seguro.
Así que les comparto que lo que creo que necesitamos es un cambio de orientación. No para ellos (los políticos) sino para nosotros.
Es necesario ya que todos nos metamos a políticos, ingenieros de la estructura política del país, doctores de la democracia, etc., etc. Y para esto le solicito que tome en cuenta los siguientes puntos, de tal modo de que Usted venda caro su voto (su voto vale, que no?) y sepa que su próximo domingo de elecciones fue bien aprovechado, caso contrario mejor váyase a jugar maquinitas:

1. Los ciudadanos comunes y corrientes (como usted y como yo) tenemos derecho a elegir, no al menos malo, sino al mejor de los candidatos que hayamos encontrado, si este no está en nuestro distrito o demarcación, deberíamos tener derecho a buscar alguien de cualquier distrito para que nos represente. Recuerde que una vez constituidos en representación popular, los dedos se levantan y las voces se escuchan sin importar de donde vienen. Tenemos derecho a creer en quien mejor nos representara sin importar su procedencia.

2. Usted y yo No venderemos nuestra voluntad en el congreso por una camiseta, una torta, un favor del tamaño que sea, blocks, cemento, ni daremos ningún “Voto de Agradecimiento”, el servidor público está para servir. Es nuestro empleado. Es un administrador que administra nuestro dinero, y por ello percibe un sueldo, que en muchos de los casos, excede a las expectativas que de dicho servidor tenemos.

3. Usted y yo tenemos derecho a dejar permanecer a los buenos diputados y a los buenos gobernantes en su puesto, y desechar a los malos. (Si, exacto, eso se llama Re elección)

4. No necesitamos que nos digan sus sueños guajiros de empleo, salarios, otras tres refinerías, ni “nuejtro proyecto de nación”. Necesitamos saber exactamente (con pelos y señales) como lo harán, esto se desglosa de tres maneras: A).- Qué Iniciativas de Ley van a proponer. B).- Cómo van a lograr los consensos Necesarios para sacar adelante esas Iniciativas de Ley. C).- Cual será la orientación de su voto Siempre, en los principales rubros que la ley contempla (libertad, educación, salud, política, comunicación, seguridad, etc). Si nos damos cuenta, estos tres puntos enlazan a unos candidatos con otros de demarcaciones diferentes, de tal suerte que candidatos de mismo partido o ideas similares pero de distritos o partidos diferentes, deben postular, desde antes de la elección ideas conjuntas para que Usted y Yo las veamos viables. Mi estimado, si Yo veo que mi candidato tiene excelentes ideas pero cero consensos, todo su proyecto está destinado al fracaso y ni caso tiene votar por Él.

5. Usted y yo deberíamos promover que el punto anterior se asumiera ante notario público, incluyendo una responsiva legal por parte del candidato en caso de omisiones o desviaciones, y que la Secretaria de la Función Pública contemplara esta figura.

6. Por último, Usted (Si, Usted que esta bostezando) y yo, no deberíamos ser “ciudadanos de elecciones”, ni conformarnos con ser parte de una estadística, ni sufragar en secreto, ni, una vez habiendo votado, olvidarnos del asunto, sino ser parte activa de la vida de este país, elegir y participar, o elegir y vigilar. No vivir políticamente tres metros bajo tierra.

Le invito, en las elecciones 2010, a no quedarse con su voto en la mano, véndalo por lo que vale, o haga saber a los postores que no les alcanzó para comprarlo.