miércoles, 20 de junio de 2012

Cuando muera

Cuando muera “no hagas con mi dinero un funeral…guárdalo para el carnaval” dicen los amigos de la Orquesta del Titanic.
La muerte, en sí, como un hecho natural, no representa mayor inconveniente que el del tránsito hacia otro estado, o el cierre de operaciones, dicho vulgarmente, de una vida. Adosada a ella, existen mil inconvenientes y sensaciones que disfrazan la aceptación de la partida de alguien: la sensación de pérdida, la frustración por asuntos inconclusos, la falta de un mentor, de un motivo, de un motor. Aunado a esto, la lista de pendientes del finado se vuelve tan interminable de principio, como agotadora. La intención hoy es, pues, pedir tu apoyo, para cuando el momento, bajo la circunstancia que sea, llegue:


  1. Hazlo del conocimiento de las personas necesarias. Desde donde mi conciencia se encuentre me enfadaré si te empeñas en anunciarme con un burdo altavoz adosado a un auto o si despliegas una plana entera en el diario compartiendo tu dolor, que debe ser tuyo, si así lo sintieres aún. Quien esté al tanto mío en aquel tiempo sin duda se enterará rápidamente, quien no…sin duda no le es menester hacerlo.

  2. Deja que de lo material se encargue el abogado. Desde ya está todo ordenado, como sabrás.

  3. No me recuerdes enfadado, soy pésimo enfadado, lo sé y aunque en esos momentos no tengas aún conciencia del hecho y tu extrema juventud te haga tener la seguridad de que nada hago contra ese terrible estado, llevo años luchando contra los demonios que me habitan.

  4. Intenta atesorar no los recuerdos, sino el pensamiento del hombre; quiero confesarte que prácticamente cada cosa que he hecho hasta estas alturas de mi vida ha sido plenamente convencido. Empezando por tu existencia en ella. Esto, en términos de conciencia, tiene su valor. Desestimado en tiempos modernos, pero lo tiene.

  5. Sé feliz. Genuinamente, como gustes o como deba ser. Estoy convencido de que lo merecerás, de que siempre lo has merecido, de que todos lo hemos merecido, y de que en la forma limitada en como he podido hacerlo he intentado ayudarte a conseguir ese estado tan necesario para el ser humano en cada minuto que pasamos juntos. Si puedes serlo, sé feliz.

  6. ¿Sabes? Creo en el sentido de la justicia. Me explico: Habrá cosas que a mi falta, se compongan, y otras más que se desdibujen, acompáñame en este sentimiento: no te preocupes ni intentes mantener el Statu Quo en mi ausencia como lo era en mi presencia. Ya no es necesario, en serio. Navega un poco con la corriente, así descansará tu alma.

  7. Sé fuerte. No en mi ausencia ni por ella. Para ello la naturaleza te ha dotado de una extrema resistencia que yo conozco y que por herencia tienes. Se fuerte en el día a día, conoces perfectamente que la fortaleza tuya es una de las pocas cosas que he buscado y en las que me he preocupado con cierta constancia.

  8. No me guardes luto, respeta mi memoria en la medida de lo posible y tan sólo en lo concerniente a la poca o mucha autenticidad de mi pensamiento. Sé que será complicado descubrir que nos hemos mimetizado y que, pasado el tiempo, no sabrás si lo pensabas Tu o fue mi buen o mal ejmplo. Al caso es lo mismo. No os preocupéis.

  9. Desde allá las cosas no duelen. No te pierdas en confesiones posteriores. No te conduelas de lo que no me dijiste. Ahí me enteraré y de antemano, y como siempre, de acuerdo o no de acuerdo, te apoyaré.
  10. Recuerda: vivimos por pedacitos, cada uno concatenado con el anterior o los anteriores pero cada uno perfectamente separado por su momento, cada uno te da la oportunidad de ser feliz o desdichado y el haberlo sido no implica repetir la historia en el subsecuente. Así que…entre menos equipaje, mejor. Por si te sirve de ayuda la información: de equipaje…yo me voy extremadamente ligero.


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