Muy a propósito del Bicentenario de la independencia del país, y del primer Centenario de la Revolución comparto esta reflexión que si bien puede no ser del acuerdo de la mayoría, es una opinión más del amasijo de opiniones que forjan la realidad de las cosas. Y es referente a los gobernantes.
Indagando cosa de nada en los archivos se topa uno con circunstancias sorprendentes que nos hacen preguntarnos si de verdad la culpa no será nuestra por estar adorando a un Becerro de Oro unos, mientras los otros preferimos romper las tablas, como Moisés. Y es que verá Usted, que rascando un poco en el libro de la historia se da uno cuenta de que, de los 66 gobernantes que lleva nuestro traqueteado país en 189 años de ser independiente existen verdaderos casos para Ripley. Ya sé… que por principio de cuentas está Usted haciendo restas con los dedos de la mano para ver por qué son 189 y no 200 años como lo dice el tan cacareado marketing del Bicentenario, pero le aclaro que nuestro México empezó a ser independiente en 1821. En 1810 Miguel Hidalgo (cuyo verdadero nombre era Miguel Gregorio Antonio Ignacio Hidalgo y Costilla Gallaga Mondarte Villaseñor, aunque le dé a Usted tiricia pronunciarlo completo) marcó el inicio de una revuelta de desembocó en la ansiada independencia, que se consumó hasta 11 años después.
Pero no divaguemos, le decía, hay casos curiosos. ¿Recuerda Usted que hace muy poco en la delegación Iztapalapa casi queman en leña verde al tal Juanito por cambiarse el nombre y alterar documentos oficiales con ello? Pues no entiendo de que nos escandalizamos ahora, ya le mencioné que Miguel Hidalgo si lo era, pero no tan solo, y entre otros varios que cambiaron su nombre artístico tenemos a figuras independentistas como el mismo Guadalupe Victoria, primer presidente de México, que realmente se llamaba José Ramón Adaucto, y quien por cierto, junto con Agustin de Iturbide y otros muchos de los primeros mandatarios del joven país, primero estudiaron en santa paz en un seminario, y después tomaron las armas para matarse entre ellos de la manera más sanguinaria que se pudo, cosa por demás está decirlo paradójica. El ilustre Vicente Guerrero, peón de haciendas convertido posteriormente a Generalísimo, volvió a bajar de condición cuando el congreso lo declaró “mentalmente imposibilitado para gobernar”, loco, pues.
Los primeros años de cualquier país son convulsos, creo, así debe ser, aunque en este país nos extendimos un poco, ya que nos tardamos 113 años en tener periodos lectivos más o menos regulares para un presidente, entendiéndose que para poder lograr algo verdaderamente relevante al frente de una gestión, un gobernante debe permanecer en el poder durante un periodo estable y definido, cosa que se dio aquí hasta 1934. Mientras tanto, pues nos chutamos a 9 presidentes que duraron en el cargo escaso un mes, y si a Usted no le hace memoria el nombre de Pedro Lascurain, cuyo nombre está escrito en letras doradas junto al de todos los presidentes, duró la friolera de 45 míseros minutos en el cargo, antes de renunciar. El segundo lugar en resistencia se lo lleva el Presidente Jose Ignacio Pavón (año 1860) quien aguantó las riendas del país 2 días, este sí que de verdad no alcanzaría ni el beneficio del aguinaldo jeje.
Gobernados en nuestra historia por 13 Defeños, 8 Veracruzanos, 6 Michoacanos, 5 Coahuilenses e igual número de poblanos y sonorenses, entre otras muchas procedencias (incluido un canijo Austriaco, hágame usted el favor), los mexicanos hemos sido revoltosos desde siempre, dándose en varias ocasiones el caso de que un gobernante salía en persona a comandar los ejércitos para aplastar una rebelión en algún punto del país, dejando en el cargo temporalmente a otro individuo que terminaba por traicionarle y comerle el mandado, caso de Melchor Muzquiz con Anastasio Bustamante , y de este último a su vez con Vicente Guerrero, por citar un ejemplo.
En otros casos documentados, a por lo menos tres presidentes se les ocurrió la chistosada de disolver sus respectivos congresos (idea que no estaría tan mal ahora ¿verdaaaad?). Se acusa históricamente a Antonio Lopez de Santa Anna de ceder gran parte del territorio mexicano a los gringos, pero el hecho es que El no cedió ni firmó nada. El nada más armó el desastre que dio pié a todo ello, y tocó el amargo trago a Manuel de la Peña y Peña, quién sí negoció el tratado de Guadalupe Hidalgo mediante el que México cedió 2 millones 400 mil km cuadrados de territorio, salvando (lo que la historia no dice) la península de B.C. y su unión por tierra con Sonora, así como la soberanía del Istmo de Tehuantepec, cosas ambas a las que también pretendía acceder el hambriento gobierno vecino, todo ello mediando el pago de una súper indemnización de 15 millones de pesotes.
Que a nadie maraville que el experto Miguel Miramón asumiera la presidencia a los 27 años, edad en la que los chavos de ahora, que pertenecen a la generación “Nini” (ni estudian ni trabajan) viven aún en casa de sus padres jugando Wii. Francisco Carbajal y Eulalio Gutiérrez (1914-1915) abandonaron el barco echándose por la borda, ambos renunciaron y huyeron en secreto sin siquiera designar sucesor.
En fin ahora Usted y Yo queremos crucificar a Juanito, a AMLO y al Gober precioso, sin ver que ha habido orates más orates aquí. Así que… para la próxima vez que alguien nos diga que todo está mal, que la inflación, que los precios, que el fraude, que a Chuchita la bolsearon, y nos pregunte por qué razón estamos donde estamos o como venimos a llegar hasta la situación actual, Yo le diría: con estos antecedentes ¿A dónde más podríamos llegar? Por favor, díganme que es broma.
Pase Usted buena tarde y festejemos el Bicentenario. ¿De qué? Eso que no le preocupe.
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