Rara vez escribo una
columna a petición. Trato de ser libre en ese aspecto. Pero por alguna extraña razón
hoy, amigo, decidí romper esa regla no escrita. Y es que el tema en sí, es necesario, preponderante, y por supuesto, a
tono con la fecha. Ha adivinado usted: Las Madres.
Ya vi su cara de
aburrimiento: un rollo más en el choteadísimo mundo de los rollos que
tienen que ver con el día dedicado a nuestras
santas madrecitas. Ha atinado.
Tan solo ayer desde las
cero horas el vecino se desgañitaba cantando las mañanitas acompañadas de un
mariachi ramplón que se escuchaba menos que los ladridos de los perros.
Eso sí, con mucho
sentimiento (Los perros. El mariachi ni se escuchaba, y el tipo ya estaba muy
ebrio)
Muchos cuetes, una enorme
demanda de flores y cervezas redondean el 10 de mayo. Los papás nos volvemos
invisibles y los hijos, junto a su madre, pasan a ocupar los reflectores del
día. Sirva de pretexto para tremendas comilonas y memorables borracheras que
luego terminan en pleitos a muerte entre hermanos, amargando el día a aquella
homenajeada a quien se le pretendía endulzar. En fin, esto, mi desvelado
lector, es narrativa. Pura narrativa. Y este es un espacio de reflexión (Solo
la mía, por cierto, así que Ud. se aguanta J
).
Y la reflexión va en el
sentido de las madres que son al mismo tiempo padres. (¿Por qué no al revés? Bueno
la respuesta es simple: porque acaba de ser día de las madres no “el día del
padre”. Padres, aguanten, un día llegará Su día). }
Existen tan sólo en
este atribulado país más de 8 millones de madres solteras, divorciadas,
separadas, dejadas o dejadoras, viudas o singles por vocación, 8 millones son
mucha gente, muchas familias, pues. Así que… Verá Usted, de manera
independiente a la figura paterna, necesaria quizá (o no) existen un sinfín de
cosas que un hombre solo o una mujer sola hace con el doble de trabajo que su
contraparte. ¿Lo discute Usted? De acuerdo. Intente cocinar una cazuela de
arroz. ¿Fácil? Hágale a su hija una trenza de espiga. ¿Cómo si nada? Perfecto. Arregle
el grifo del baño. El contacto de la cochera y cambie la llanta del auto. ¿Complicado?
No era mi intención torturarle. No podemos hacer todo ni podemos suplir a una
dupla. Podemos resignarnos a hacer ciertas cosas o dejar de hacer otras. Pero con
un hij@ en casa, a quien darle un ejemplo, pues… es un tanto difícil.
Los varones, al menos
en este país, son minoría en condición de paternidad y soltería (o cosa que se
le parezca): 1 millón de hombres con hijos vs. 8 millones de mujeres. Por tanto,
la atención y el apoyo gubernamental (ese que casi no existe) se centra en las
damas. Eso no alcanza a paliar las dificultades que conlleva este fenómeno. Le explico:
Hay que mantener un
hogar. Y esto se interpreta de dos maneras: la primera desde el punto de vista
de sostén económico en un país en el que la equidad de género en el aspecto
laboral es un campo con mucho por mejorar, es decir, hay más oportunidad de
empleo para hombres, y a empleos similares, la remuneración es un tanto mayor
para un hombre que para una mujer. Esto, desvelado amigo, es dificultad. La segunda
forma de interpretación de esta primera premisa tiene que ver con el
mantenimiento físico del inmueble que habita la familia. Aun cuando existen
mujeres luchonas que hacen todo tipo de trabajos y reparaciones, a la enorme
mayoría le cuesta esta actividad porque tiene que ver, de forma ancestral, con
los rudimentos inherentes a fuerza bruta y herramienta, cosa de hombre, pues.
Hay que educar. Y aunque
lo primero que se viene a la mente es la escuela, le diré a usted, que es
precisamente ese sitio en el que un poco de equidad existe, pues no distingue
entre hijos de madres o padres solteros, e hijos cuyos padres viven aún en
pareja. Es a lo otro a lo que me refiero. A la verdadera educación, la de casa.
Es difícil también, verá usted. No existe la dupla de relevos australianos que
en una pareja se da, en lo referente a la educación de los hijos. ¿Sabe usted
lo que es tener un par de ojos mirándole las 24 horas del día? ¿Sabe usted que,
aunque fuere involuntariamente, en un pareja con hijos, ellos mismos se relevan
de la responsabilidad de la crianza? Estando sola, simple y sencillamente esto
no se puede hacer. No se puede. Todo el tiempo eres soporte, ejemplo, fuerza y
líder. Lo quieras o no.
Hay que mirar al
futuro. Uno no pudiera creerlo, pero independientemente del presente, uno mira
el futuro de los hijos en condiciones ideales. Le deja la mitad de las cosas a
Dios (Dios mediante) y la otra mitad intenta hacerlas. Este es también el caso.
Una madre sola con su hij@ jamás imaginará a su hij@ estando sol@, no, que va. El
(ella) formará una pareja y tendrá una
gran familia. Aunque el ejemplo sea diferente. Es difícil también esto, amigo
lector. Los hijos aprenden con el ejemplo.
Pero es de esta última
virtud, a mi humilde parecer, de lo que están hechas esas 8 millones de
guerreras. Del ejemplo de que no se necesita, de manera forzosa, sufrir a
alguien, para que ellos estén bien. Del ejemplo de que pueden, si quieren,
hacer no solo todo lo posible, sino más bien lo necesario, para que un hogar se
mantenga en pie. Del ejemplo de que los pantalones se llevan (como no) con los
tacones. Ejemplo, pues.
Ya me explayé, queda cortada
por el momento aquí esta reflexión, en espera de una parte segunda, que el tema
da para mucho. Tenga buena noche, no se desvele tanto o, como yo, terminará escribiendo
tonterías.
BUENA REFLEXION, GRACIAS ¡¡
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