viernes, 23 de enero de 2015

El poder de una mentada


Verá Usted: Mentar la madre es uno de los exorcismos más utilizados por nuestra folclórica cultura mexicana. Enfrentamiento abierto, Incestuosa alusión personal, llave de la caja de pandora que encierra el alter ego de cada uno de nosotros, una mentada de madre es fuego en las entrañas del que la recibe, y suspiro liberador en el que la da. Es la honrosa salida lateral ante cualquier situación en la que el honor corra riesgo, cacheteando al tiempo el enrojecido rostro del oponente. Es de los preferidos dentro de la baraja del deporte nacional.
Dejadez y despreocupación (ingue su madre), Tristeza por los objetivos no conseguidos (ingó a su madre) o Clara afrenta personal (ingas a tu madre), la mentada ha sobrevivido siglos de ocupación española, mestizaje, independencias y revoluciones. Su silenciosa consistencia de piedra le ha valido para sobrevivir el cambio del castellano al español, y del español a la jerigonza esa que hablan los jóvenes de nuestros días. Es vigente y hasta podría decirse que joven aun.
Pero… ¿qué efecto produce una mentada en quien la emite? ¿Qué clase de mantra liberador es éste, que podría decirse incluso que posee propiedades anestésicas para quien invoca el tradicional conjuro?
Una mentada de madre tiene, como principio básico, y contra lo que la mayoría podría pensar, un efecto de alivio de tensión al interior del individuo mentador, transmitiendo de manera directa, proporcional y en algunos casos exponencial, dicha tensión al interlocutor mentado. Esta es una de las tantas maravillas de este insulto ancestral, porque esta transmisión puede hacerse a través de cualquier medio, e incluso, a través del vacío (existen mentadas de madre registradas en algunos vuelos orbitales), el caso resultante es que pasa la tensión, la ira, el enojo y el estrés, de un individuo a otro, de manera contundente y extremadamente veloz, a través de una mentada.
Una mentada de madre es un salto, no textual, sino físico, que coloca de forma inmediata al emisor, dos escalones por encima del receptor, lo coloca en una posición de salida honrosa de la discusión, y crea el ambiente aquel sin marcha atrás en el que, como receptor, habrá usted de arremangar el orgullo y aceptar la mentada de madre y el fin de la discusión… o la afrenta habrá de vengarse con sangre, física o textual, que en algunos casos es lo mismo.
En fin, habré de congratularme en informarle que hay solución, si señor: Ante el intríngulis que supone un complicado problema por resolver, al interior del honor, del conocimiento, de la capacidad de asombro, de la solvencia moral de cualquier individuo, mentar la madre siempre será una opción.
Tenga una buena noche, por no decir, váyase Usted a… (disculpará Usted lo mocho, pero en estos blogs también nos censuran)
 
 

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