lunes, 10 de agosto de 2020

Luchar o Administrar el desastre


 

Voy a contar un chiste local:

 

En una jungla perdida de la selva tropical, unos exploradores se topan con un grupo de feroces nativos guerreros, quienes inmediatamente los rodean con la intención de apresarlos o asesinarlos. El líder de los exploradores clama en su interior – ¡Dios mío, estamos perdidos! – Justo en ese momento, una luz blanquísima se abre paso entre las nubes justo encima de su cabeza, iluminándolo mientras una voz atronadora se escucha para el, desde los cielos: - Aún no, hijo mío: salta como un tigre hasta situarte al lado del que parezca ser el líder de los nativos, aprovecha su sorpresa, arrebátale el puñal que lleva en su cinto, y clávaselo en el corazón al niño que se encuentra a un lado suyo, y que es su hijo -.

Nuestro líder de exploradores, ágil de mente y cuerpo, salta como una gacela hasta situarse sorpresivamente a un lado del feroz líder de los nativos y ante la sorpresa de este, sustrae de su cinto el puñal que ahí llevaba, y con un veloz movimiento lo hunde hasta la empuñadura en el pecho del niño que se encuentra a un lado, y que parecía ser el hijo del líder.

Nuevamente se abren los cielos, la luz blanca inunda la ensangrentada faz de nuestro veloz explorador y la misma voz atronadora resuena: - Ahora si, ¡están perdidos! -.

 

“Espera lo mejor, pero prepárate para lo peor”, reza un criterio prudencial utilizado por contadores y administradores de empresas. Sirva el chistorete inicial para ilustrar de forma chusca lo que tantas veces nos repitió Murphy en leyes y corolarios: si algo es susceptible de empeorar, en algún momento empeorará. Pocas cosas ilustran mejor los tiempos que vivimos. Un gobierno evidentemente rebasado en sus funciones, una pandemia como no hemos visto, y un panorama económico que pinta tan adverso como nunca nos ha tocado a las generaciones vivas actualmente. Desafortunadamente los árboles no nos permiten ver el bosque, y ese cambio para mal, ha sido en muchas ocasiones lo suficientemente gradual como para permitirnos acostumbrarnos una y otra vez. Quienes me conocen saben que soy particularmente tenaz y que si algo no me define es el pesimismo. Puedo ser en ocasiones conservador en mis apreciaciones, pero la búsqueda constante de soluciones me ha llevado la mayoría de las veces a salir de los problemas. Soluciones: Esa palabra Sí me define. Pero todo tiene un borde. Todos tenemos una capacidad de respuesta limitada, independientemente del sitio en el que se encuentre ese límite.

No es darnos por derrotados antes de tiempo, estamos lejos de eso, tenemos muchos recursos y daremos pelea. Como desde siempre. Deberemos para ello hacer confluir al mismo tiempo características como seres humanos tenemos, evidentes o escondidas, dentro de nosotros:

 

Nuestra resiliencia natural ante la adversidad. Hacer acopio de esa “reserva entre la reserva”, de fuerza mental y coraje silencioso para soportar experiencias traumáticas o situaciones extraordinariamente negativas. Es menester que la dejemos fluir, esta característica existe dentro de cada persona y muchas veces trabajamos en contra de ella, simplemente acallándola sin permitirle manifestarse, o bien dando mayor importancia a las circunstancias que nos llevaron a la desgracia, que a nuestra propia capacidad de superarnos.

 

El conjunto de aptitudes. En tantas ocasiones nos sorprendemos al intentar aprender algo que ya sabíamos. Y no me refiero a los aspectos académico o profesional solamente. En el fondo de nuestros recuerdos duerme, sin hacer el menor de los ruidos, un cúmulo de experiencias e imágenes vividas esperando rescate. Existen también mil maneras de hacer mejor lo que ya hacemos diariamente, y sin lugar a dudas muchas formas de optimizar tiempo y esfuerzos en todo lo grande o pequeño que realizamos.


 

La mejor actitud, que no es otra cosa que encontrar el aspecto positivo dentro de cualquier experiencia. Esto no es minimizar la seriedad con que deban afrontarse los grandes problemas. Es limpiar el terreno para encontrar el camino de la solución. La actitud eso es. Siempre lo ha sido, y los grandes liderazgos (buenos y malos) de la historia de la humanidad tienen esa característica en particular. La intención es utilizarla en nuestro favor siempre, y en el beneficio colectivo cada que sea posible.

 

“Estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros” reza la frase que algunos atribuyen al actor norteamericano Groucho Marx. Causa hilaridad por el choque entre la inamovilidad de los principios y la opción manifiesta de intercambiarlos ante el parecer ajeno. No se trata de ir tan lejos, pero hay una característica que normalmente no utilizamos mas que por la fuerza en la mayoría de las ocasiones en que logramos hacerlo: Nuestra capacidad de adaptación. Somos seres cambiantes, pero no nos damos cuenta cabal de ello porque lo hacemos no de forma inconsciente, sino mas bien de forma no premeditada. Pero podemos hacerlo a voluntad si nos lo proponemos. Es momento quizá de abrir la mente a las posibilidades de cambio, de potenciar nuestra capacidad de adaptación.

 

En mi particular parecer, es en la conjunción de estos factores en donde puede estar la clave de la supervivencia de bienes, servicios, instituciones, empresas y personas, ante el embate de la pandemia y la brutal recesión económica que se asoma en el horizonte. El panorama es oscuro pero las personas somos fuertes, y unidos y uniendo capacidades, lo somos mas aún. Lo otro es utilizar el criterio prudencial y mantener dentro de nuestras consideraciones la posibilidad de lo peor. No nos prepara para ello, pero nos dispone de una mejor manera. En estos momentos negar esa posibilidad a la supervivencia de negocios, empleos y vida es abrir la puerta a descuidar aspectos que puedan resultar cruciales, y no podemos darnos ese lujo. Esta es pues, la forma en que yo creo que podemos luchar. Vale hacer acopio de lo que ya tenemos dentro de nosotros, de fuerzas y de voluntad para no dejarnos vencer.

Porque es eso, o sentarnos en una piedra a administrar el desastre.

No hay comentarios:

Publicar un comentario