sábado, 10 de septiembre de 2016

Matrimonio entre iguales.

Estridencia y descalificaciones leo a diario a respecto de la discusión de los famosos matrimonios igualitarios. Pocas, poquísimas voces se alzan para informarnos de algún análisis serio del tema y menos aún, de propuestas. Esto último es lo que menos se podría esperar de un asunto que compete principalmente a la legalización de acciones y/o conductas que ya se realizan y se expresan de manera habitual. Yo soy de los que prefiere pensar en la “familia natural”. Hombre, mujer, hijos. Pero también creo en que en la “familia natural” debe haber amor, comprensión, valores, mucha acción, ejemplo, congruencia, asertividad y unión. Apoyo mutuo. Y es allí en donde la cosa empieza a torcerse, porque este coctel, que a mi juicio particular debe(ría) encontrarse en cada una de las “familias naturales”, se encuentra en muy pocas, prácticamente ninguna. Son casos de excepción ya. Ahora bien: ¿un matrimonio gay, la formalización de una unión lésbica, nos garantizaría mejores resultados? No veo cómo. ¿Empeoraría las cosas? Ja ja, es difícil empeorar aunque sí se puede (tooodo se puede), pero tampoco veo causal para ello en la unión de dos homosexuales o de un par de lesbianas.
Es decir, por más que busco conexión entre una cosa y otra, no la encuentro. No estoy seguro de que un niño se vuelva gay si tiene padres gays, hay ya muchos niños gays con padres perfectamente heteros, y hay niños y niñas muy definidos en su rol de género con padres evidentemente desviados. Incluso no estoy seguro de que una pareja homosexual presione a sus hijos a esta misma orientación sexual o simplemente los deje ser. No estoy seguro, pues, de que la unión entre parejas del mismo género sea perjudicial o beneficiosa.
Y cada vez más me convenzo de que no debería tener tanta relevancia, vuelvo a este punto más adelante solo permítame comentarle que distingo la relevancia en otros temas mucho más trillados y en los que ni sociedad ni gobiernos se han aplicado de manera correcta, y los resultados están a la vista.
Me explico: en las generaciones que se encuentran transitando como voces (que cada vez suenan mas) de expresión en el ámbito social, y en muchos casos con ascendencia sobre grupos cada vez más importantes del resto de la sociedad, existen a mi parecer carencias de valores fundamentales que debieran inculcarse en el seno familiar. El respeto, el apego a la legalidad, la congruencia, la tolerancia, la caridad, el apoyo hacia los demás traducido en acciones y el reconocimiento mutuo entre personas como miembros de una comunidad, son faltantes terribles en nuestra época, son grandes pendientes en los que todos como sociedad nos hemos quedado cortos y las consecuencias están a la vista (para quien quiera verlas). Y no le hallo relación a estos terribles faltantes en la formación de la personas, con la unión, desunión, formación o desagrupamiento de heterosexuales, homosexuales, homoflexibles, transexuales, pansexuales, bisexuales o lo que se derive, asimile o conecte. Miope soy quizá, pero no veo la conexión. Pienso entonces que son dos discusiones diferentes, si, lo que no es el gran descubrimiento, sino más bien el apunte es que mientras nos centremos en discutir si deben unirse o no los gays, si pueden adoptar, si puede uno afiliar al IMSS al otro, si pueden hacer esto o lo otro, y No nos dediquemos a fomentar los valores de convivencia entre seres humanos, las cosas No pintan para mejorar.
Volviendo al punto inicial, creo también que es demasiada la polarización que se lee en noticas y redes sociales, no veo razón para hacer marchas o más bien no veo razón para que las marchas estén por encima de los deberes que dejamos sin hacer en casa o los deberes cívicos que dejamos sin cumplir mientras marchamos, no veo razón siquiera para crisparnos mutuamente por algo que se va a dirimir en las instancias que corresponde hacerlo, hecho de lo que no tenemos gran injerencia, y me parece una pérdida de tiempo ofendernos por lo que no transige las puertas de nuestro hogar y que afecta a nuestras familias al nivel en que permitimos que afecte (para bien y para mal).

La discusión abierta acerca de si en un futuro próximo la sociedad planteará formalmente a nuestros pequeños la pregunta de: ¿Qué preferencia sexual quieres tener? Me parece estéril. Formal o no formal esto sucederá. Ya está sucediendo. Ha sucedido desde hace mucho tiempo aunque fuere de manera soterrada. Debemos prepararlos para ser buenos ciudadanos, personas útiles a sí mismas y a la sociedad, gente actúe como piensa, que respete a los demás y exija respeto para sí mismos, personas que vayan detrás de sus objetivos dentro del marco de la legalidad y respeto a las reglas de convivencia, y que ayuden a sus semejantes a conseguir objetivos comunes para avanzar en lograr una mejor manera de vivir.

P.D. La experiencia enseña que los matrimonios, aunque se busquen entre iguales, generalmente se dan entre complementarios.

No hay comentarios:

Publicar un comentario